Un nuevo archivo de cerebros humanos antiguos desafía los conceptos erróneos sobre la preservación de tejidos blandos
19 de marzo, 2024
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por la Universidad de Oxford
La preservación de tejidos blandos en el registro geológico es relativamente rara, y excepto donde la intervención deliberada detiene el proceso de descomposición (como embalsamamiento o congelación), la supervivencia de órganos enteros es particularmente inusual. La preservación espontánea del cerebro en ausencia de otros tejidos blandos, es decir, la supervivencia del cerebro entre restos esqueléticos, ha sido históricamente considerado como un fenómeno 'único en su tipo'.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford, dirigido por la investigadora posgraduada Alexandra Morton-Hayward (Departamento de Ciencias de la Tierra, Oxford), ha desafiado las opiniones previamente mantenidas de que la preservación del cerebro en el registro arqueológico es extremadamente rara.
El equipo compiló un nuevo archivo de cerebros humanos preservados, que destacó que los tejidos nerviosos realmente persisten en abundancias mucho mayores de lo que tradicionalmente se pensaba, asistidos por condiciones que previenen la descomposición. Este archivo global, basado en material fuente en más de diez idiomas, representa el estudio más grande y completo de la literatura arqueológica hasta la fecha, y supera en 20 veces el número de cerebros previamente compilados.
Este trabajo, publicado en las Actas de la Royal Society B, reúne los registros de más de 4,000 cerebros humanos preservados provenientes de más de doscientas fuentes, en seis continentes (excluyendo Antártida).
Muchos de estos cerebros tenían hasta 12,000 años de antigüedad, y se encontraron en registros que datan de mediados del siglo XVII. La búsqueda concienzuda de literatura y de historiadores de todo el mundo, reveló una deslumbrante variedad de sitios arqueológicos que ofrecen cerebros humanos antiguos, incluyendo las costas de un lago en la Suecia de la Edad de Piedra, las profundidades de una mina de sal iraní alrededor del 500 aC, y la cumbre de volcanes andinos en el apogeo del Imperio Inca.
Estos tejidos encogidos y descoloridos se encontraron preservados en todo tipo de individuos: desde la realeza egipcia y coreana, pasando por monjes británicos y daneses, hasta exploradores árticos y víctimas de guerra.
La coautora, profesora Erin Saupe, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Oxford, dijo, 'Este registro de cerebros antiguos destaca la gama de ambientes en los que pueden preservarse, desde el alto ártico hasta los desiertos áridos.'
Cada cerebro en la base de datos se correlacionó con datos climáticos históricos del mismo área, para explorar tendencias en cuándo y dónde se encontraron. Los análisis revelaron patrones en las condiciones ambientales asociadas con diferentes modos de preservación a lo largo del tiempo, incluyendo deshidratación, congelación, saponificación (la transformación de las grasas en 'cera mortuoria') y curtido (generalmente con turba, para formar cuerpos de turbera).
Más de 1,300 de los cerebros humanos fueron los únicos tejidos blandos preservados, lo que plantea preguntas sobre por qué el cerebro puede persistir cuando otros órganos perecen. Curiosamente, estos cerebros también representan los más antiguos en el archivo, con varios que datan de la última Edad de Hielo.
El mecanismo de preservación de estos cerebros más antiguos permanece desconocido; sin embargo, el equipo de investigación sugiere que el entrecruzamiento molecular y la complejación de metales, las proteínas y los lípidos que se fusionan en presencia de elementos como el hierro o el cobre, son mecanismos factibles por los cuales los tejidos nerviosos podrían preservarse a largo plazo.
Morton-Hayward, autora principal del estudio, dijo, 'En el campo forense, es bien sabido que el cerebro es uno de los primeros órganos que se descomponen después de la muerte, sin embargo, este gran archivo demuestra claramente que existen ciertas circunstancias en las que sobrevive. Si esas circunstancias son ambientales, o relacionadas con la bioquímica única del cerebro, es el enfoque de nuestro trabajo actual y futuro. Estamos encontrando cantidades y tipos asombrosos de biomoléculas antiguas preservadas en estos cerebros arqueológicos, y es emocionante explorar todo lo que pueden decirnos sobre la vida y la muerte de nuestros antepasados.'
El coautor, el Dr. Ross Anderson, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Oxford, dijo, 'Estos cerebros antiguos proporcionan una oportunidad significativa para obtener ideas únicas sobre la temprana evolución de nuestra especie, como los roles de las enfermedades antiguas.'
Encontrar tejidos blandos preservados es un tesoro para el bioarqueólogo: generalmente proporcionan una mayor profundidad y variedad de información que los tejidos duros por sí solos, sin embargo, menos del 1% de los cerebros preservados han sido investigados para obtener biomoléculas antiguas. El archivo sin explotar de 4,400 cerebros humanos descritos en este estudio puede proporcionar nuevas y únicas perspectivas sobre nuestra historia, ayudándonos a comprender mejor la salud y la enfermedad antiguas, y la evolución de la cognición y el comportamiento humano.
Provided by University of Oxford