La misión de la NASA a Europa es un regreso a casa para un astrónomo planetario

16 Octubre 2024 2734
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La astrónoma planetaria Bonnie Buratti recuerda exactamente dónde estaba la primera vez que escuchó que la helada luna de Júpiter, Europa, podría albergar vida.

Era la década de 1980, y Buratti era estudiante de posgrado en la Universidad de Cornell, estudiando imágenes de las lunas del planeta tomadas durante los sobrevuelos de Voyager 1 y 2 en 1979. Incluso en esas primeras instantáneas de baja resolución, Europa resultaba intrigante.

“Parecía un huevo agrietado”, dice.

Esas grietas, en una cáscara de nieve cubierta de hielo, probablemente estaban llenas de material que había brotado desde abajo, como habían demostrado Buratti y sus colegas. Eso significaba que tenía que haber algo debajo del hielo.

Buratti recuerda que su compañero de posgrado, Steven Squyres, dio una charla sobre la posibilidad de que el hielo de Europa escondiera un océano líquido salado. “Dijo, ‘Bueno, hay un océano debajo, y donde hay agua, hay vida’”, recuerda. “Y la gente se rió de él”.

Ya no se están riendo.

En las últimas cuatro décadas, Buratti ha visto la búsqueda de vida en el sistema solar pasar de ser una broma a una misión insignia. Ahora es científica del proyecto adjunta de la misión Europa Clipper de la NASA, que fue lanzada el 14 de octubre para averiguar si Europa es de hecho un mundo habitable.

“Me siento como en casa”, dice.

La ciencia espacial capturó la imaginación de Buratti desde su infancia, que coincidió con el comienzo de la era espacial. Era una niña cuando la Unión Soviética lanzó el Sputnik y una adolescente cuando el Apolo 11 aterrizó en la luna.

“Recibí un telescopio cuando estaba en tercer grado”, dice. Recuerda haber descubierto las constelaciones desde su césped en Bethlehem, Pa. “Desde temprana edad, siempre fui curiosa”.

La ciencia planetaria la atrajo con las personalidades sobresalientes del campo. En la universidad, trabajó con celebridades científicas como Frank Drake y Carl Sagan, quienes estaban liderando esfuerzos para tomar en serio la búsqueda de vida extraterrestre. Eso le dio la impresión de que el universo podría estar lleno de vida, pero no el apoyo que necesitaba para completar su doctorado. Terminó trabajando con el astrónomo Joe Veverka, menos famoso pero igual de carismático. Fue Veverka quien le entregó las imágenes de Voyager.

Buratti se unió al Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, en 1985 y ha estado allí desde entonces. Pero mientras la nave espacial Galileo encontraba evidencia del océano subsuperficial de Europa en la década de 1990, Buratti estaba ocupada explorando Saturno con la misión Cassini.

Las lunas de Saturno estaban llenas de sorpresas, incluyendo lagos de hidrocarburos fantasmales en Titán, penachos de agua de Encélado y una cresta misteriosa que hace que Iapetus parezca una nuez. “Era una cosa tras otra”, dice Buratti.

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Estos descubrimientos ayudaron a avanzar en la noción de que los océanos subsuperficiales en el sistema solar podrían no ser tan extraños después de todo. Indicios de océanos han sido descubiertos tan lejos del sol como Plutón, el planeta favorito de Buratti, y sí, todavía lo llama planeta. Puede que haya mundos oceánicos orbitando otras estrellas también.

Entonces, cuando Europa Clipper llegue a Júpiter en 2030, los científicos mirarán a esta luna como un ejemplo de mundos que pueden ser comunes en el universo. Clipper orbitará a Júpiter y realizará al menos 49 sobrevuelos de Europa, para limitar el tiempo que la nave espacial pase en los cinturones de radiación implacables de Júpiter. Realizará mediciones de la composición de la superficie de la luna, gravedad y estructura interna para evaluar qué tan adecuado es el pequeño mundo para la vida.

Buratti se unió a la misión Clipper en 2022, como una de las personas a cargo de asegurarse de que el equipo extraiga la mayor cantidad de ciencia posible de la misión. “Siempre hemos sentido que nuestro papel es mejorar la ciencia, obtener la mejor ciencia de la misión”, dice. Ella y la comunidad científica en general están seguros de que encontrarán algo bueno.

“Estamos bastante seguros de que hay un entorno habitable”, dice. Haciendo eco de esa charla de la universidad de posgrado de hace décadas, agrega: “En la Tierra, donde sea que veas agua, ves vida. Así que creo que es un buen lugar para buscar”.


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