Antiguos jarrones egipcios apuntan a complejos bálsamos de momificación.
Un nuevo estudio muestra que los recipientes que contienen las entrañas de una noble mujer egipcia antigua de hace aproximadamente 3,500 años contienen indicios de uno de los bálsamos de momificación más complejos de esa época.
Hace unos 120 años, los restos de una mujer llamada Senetnay fueron encontrados enterrados junto a faraones y nobles distinguidos en el Valle de los Reyes de Egipto. Un entierro tan honrado era raro. Las inscripciones en los recipientes de la tumba indican que no solo fue una nodriza para el faraón Amenhotep II, sino que también tuvo una conexión notablemente cercana con él.
Un análisis de los recipientes que contenían sus restos parece confirmar su importancia e insinuar la extensión de las rutas comerciales antiguas y las complejidades de las prácticas de momificación, informan los investigadores el 31 de agosto en Scientific Reports.
En la momificación egipcia antigua, las vísceras se extraían del cuerpo y se colocaban en recipientes separados junto con un bálsamo destinado a preservar los órganos. Para averiguar cómo se preservaron exactamente las entrañas de Senetnay, la química arqueológica Barbara Huber y sus colegas realizaron un panel de análisis químico del residuo en los recipientes que alguna vez contuvieron sus pulmones e hígado.
Mientras que la mayoría de los otros fluidos de embalsamamiento de su época contenían mezclas más simples de grasas, aceites y resina, los restos de Senetnay fueron preservados en una mezcla rica de sustancias, encontró el equipo. El residuo sugería aceites, grasas, cera de abeja, resinas de árboles, brea parecida al asfalto y, posiblemente por primera vez, la savia de los árboles de alerce, que crecían en las montañas del Mediterráneo.
"Tuvimos suerte porque identificamos uno de los bálsamos de momificación más ricos y complejos jamás encontrados... especialmente para este período temprano", dice Huber, del Instituto Max Plank de Geoantropología en Jena, Alemania.
El equipo sugiere que algunos de los ingredientes pueden haber venido desde el sudeste asiático. Esto indica que los egipcios podrían haber tenido rutas comerciales de alcance considerable hasta un milenio antes de lo que se pensaba anteriormente.
Los ingredientes diversos y lejanos, según Huber, implican que no se escatimó gasto en la preservación de Senetnay, lo que refuerza su estatus como un miembro valioso del séquito del faraón.
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