Manchester City llevó al Arsenal a un lugar horrible y no lo dejó salir | Ciudad de Manchester | El guardián
Los campeones mostraron una actuación de equipo que rozó la perfección física, técnica y táctica y dominaron a su rival, el Arsenal. La superioridad del Manchester City quedó patente desde el inicio del partido, ya que presionó enormemente al Arsenal y no le dio respiro. A pesar de los intentos del Arsenal por hacerse un hueco, el City tenía el control absoluto del partido.
El estilo de juego del City siempre ha sido el de control, dominar el espacio y no dar respiro al rival. Sin embargo, esta versión particular del equipo lo lleva a otro nivel. Esta versión es agotadora, conmovedora y de carrera fuerte, y simplemente atraviesan a cualquier enemigo al que se enfrentan. Desde el primer choque cerúleo, el City puso al Arsenal en un lugar terrible y se negó a dejarlo ir.
La pregunta ahora es si este City es el mejor, más implacable y brillante equipo que jamás haya visto la Premier League. La respuesta es probablemente si. Durante los últimos siete años, el City ha creado una combinación de calidad de talento, condición física, movimiento, química y juego sistémico. Con estos jugadores en esta forma, no es necesario que el equipo haga nada extraordinario o inusual para ganar. Todo lo que tienes que hacer es presionar play.
Las versiones anteriores del equipo pueden haber transmitido cierta sensación de peligro, fragilidad y apostando por la sobrecarga y el espacio detrás. Sin embargo, estos signos de incomodidad ya no están presentes. Esta versión de City es dominante y absolutamente apasionante. Desde el comienzo del partido hubo glamour en el Etihad.
La brutalidad controlada del City fue evidente desde el primer pitido. Acosaron, acosaron y sofocaron cada movimiento en la fuente, bloqueando líneas y ángulos y robando tiempo. El Arsenal se vio obligado a vivir al límite de los nervios e incluso Rob Holding, encargado de contener a Haaland, estaba fuera de su elemento.
A pesar de los valientes intentos de Holding de contener a Haaland, el City anotó el primer gol cuando le llegó el turno a Haaland y descargó hacia De Bruyne, cuyo disparo se escapó de los dedos de Aaron Ramsdale y entró en la red. El cuarto y último gol lo marcó el propio Haaland, que estuvo brutalmente bien pero también juguetón ante la intensa presión del City.
Mientras el City aspira al triplete, está claro que es un ejemplo verdaderamente raro de lo cerca que puede llegar este increíblemente complejo deporte de equipo del dominio físico y técnico completo.
El segundo punto justo antes del descanso lo consiguió un árbitro del VAR. El cabezazo de John Stones fue preciso y voló en un arco que caía sobre Ramsdale y regresó a la esquina más alejada, quizás el momento más suave de la mitad, un microsegundo para recuperar el aliento. Haaland marcó otro gol para De Bruyne en la segunda parte.
Y De Bruyne será noticia. Él es muy importante en este equipo, la contraparte de la perfección perforada por la máquina, el llamado radical libre. Sobre todo, fue una actuación de equipo que rozó cierta perfección: física, técnica y tácticamente.