Se sorprende al encontrar cerebros humanos sorprendentemente bien conservados en sitios arqueológicos.
Al principio de su investigación, la antropóloga forense Alexandra Morton-Hayward encontró un documento que describía un cerebro de 2.500 años de antigüedad preservado en un cráneo cortado. El documento hacía referencia a otro cerebro conservado. Encontró otro. Y otro. Cuando llegó a 12, notó que todos los documentos describían los cerebros como un fenómeno único. Siguió buscando.
Resulta que los cerebros conservados de forma natural no son tan raros después de todo, informan Morton-Hayward, de la Universidad de Oxford, y sus colegas el 20 de marzo en las Actas de la Royal Society B. Los investigadores han construido un archivo de 4.400 cerebros humanos conservados en el registro arqueológico, algunos de los cuales datan de hace casi 12.000 años. El archivo incluye cerebros de exploradores del Polo Norte, víctimas de sacrificios incas y soldados de la Guerra Civil Española.
Debido a que los cerebros se han descrito como excepcionalmente raros, se ha realizado poca investigación sobre ellos. "Si son materiales únicos y preciados, entonces no querrías analizarlos o perturbarlos", dice Morton-Hayward. Menos del 1 por ciento del archivo ha sido investigado.
Comparar donde se encontraron los cerebros con los patrones climáticos históricos da pistas sobre lo que podría evitar que los cerebros se descompongan. Más de un tercio de las muestras persistieron debido a la deshidratación; otros estaban congelados o curtidos. Dependiendo de las condiciones, la textura de los cerebros podría variar desde seca y frágil hasta esponjosa y parecida al tofu.
Cerca de un cuarto de los cerebros provienen de cuerpos sin ningún otro tejido blando conservado. Sin piel, riñones o músculos, "solo este pequeño cerebro perfectamente encogido dando vueltas en un cráneo", dice Morton-Hayward.
Por qué los cerebros persisten cuando otros tejidos blandos se degradan no está claro, pero la respuesta podría estar en la composición química del órgano. La proporción de proteínas a lípidos dentro del cerebro es única, en una proporción de 1 a 1. Otros tejidos blandos tienen más carbohidratos y proporciones muy diferentes de proteínas a lípidos. Esta proporción podría ser importante porque cuando metales como el hierro entran en la mezcla, podrían hacer que las proteínas y los lípidos se fusionen y perduren.
Ahora, el equipo está utilizando nuevas herramientas para entender mejor las interacciones moleculares detrás de la preservación del cerebro.