Miembros biónicos controlados por el cerebro se están acercando más a la realidad
El procedimiento se llevó a cabo por primera vez en 1990, pero no fue ampliamente aceptado y clínicamente disponible hasta la última década. Un sistema de implantes, llamado OPRA, recibió la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos en 2020. La principal desventaja es que el perno de titanio debe atravesar la piel, creando un agujero permanente que conlleva riesgos de infección. "Aparte del riesgo de infección, la osteointegración es mejor en todos los aspectos", dice Chestek.
Los bionicistas han buscado durante mucho tiempo aprovechar los nervios del cuerpo para crear prótesis que se comuniquen con el cerebro. Pero los primeros esfuerzos fueron frustrantes, principalmente porque las señales que transportan los nervios son muy débiles.
"Las personas intentaron durante décadas obtener señales significativas colocando un cable dentro de un nervio", dice Chestek. "Hasta el día de hoy, es casi imposible fuera de un entorno de laboratorio controlado".
Las prótesis biónicas modernas se comunican principalmente con los músculos. Cuando son activados por un nervio, los músculos emiten señales eléctricas mucho más grandes, que pueden ser captadas por electrodos en la piel, y luego controlan la extremidad protésica.
Pero los nervios que operaban previamente partes de una extremidad faltante, y que podrían operar de manera eficiente la extremidad artificial, no suelen terminar en músculos. No llevan a ningún lado, lo que crea neuromas, bulbos en los extremos nerviosos cuya "chispa" eléctrica causa dolor.
Un procedimiento llamado reinervación muscular dirigida, o TMR, resuelve este problema. Un cirujano quita a los músculos sus nervios nativos y rerutea los nervios seccionados a este terreno recién despejado. Con el tiempo, los nervios reruteados crecen en los músculos, que actúan como amplificadores, creando fuentes necesarias de señales de control. "Transformas un problema de registro de nervio en un problema de registro de músculo", dice Chestek. "El registro de músculo es fácil". El procedimiento también trata el dolor del neuroma, para el cual frecuentemente se lleva a cabo.
Una desventaja es que el TMR canibaliza los músculos existentes, limitando la cantidad de señales que se pueden crear. "Te quedas sin espacio rápidamente", dice Chestek. Esto es especialmente importante para amputaciones por encima de la rodilla o del codo, donde hay menos músculos restantes y más articulaciones protésicas que controlar.
Una nueva técnica, conocida como interfaz nerviosa periférica regenerativa, o RPNI, inserta quirúrgicamente pequeños injertos musculares tomados de otras partes y rerutea los nervios a estos en su lugar. Los cirujanos pueden luego diseccionar estos haces nerviosos en sus fibras constituyentes para aprovechar los objetivos recién injertados, permitiendo a los investigadores crear tantas señales como necesiten, dice Chestek.
El pequeño tamaño de los injertos musculares dificulta recoger señales de ellos utilizando electrodos de superficie, sin embargo. "No puedes registrar [señales eléctricas] de un trozo de músculo de tres centímetros a través de la piel muy fácilmente", dice Chestek. "Tienes que usar electrodos implantados". Esto es más invasivo, y los implantes enfrentan obstáculos regulatorios, pero los electrodos implantados producen señales de mayor calidad. Solo necesitan ser accedidos de alguna manera, ya que pasar cables a través de la piel no es viable fuera de estudios de laboratorio.
Algunos investigadores están trabajando en sistemas inalámbricos, pero otra solución es combinar RPNI con osteointegración. En esta configuración, los cables entre los electrodos implantados y la prótesis simplemente pasan a través del perno de titanio. Un estudio publicado el año pasado describió un brazo biónico por encima del codo que utilizaba este enfoque y que permitía al receptor controlar todos los dedos de su mano robótica.
En su laboratorio anatómico de UCLA, Clites dice: "Tengo nueve o diez colaboraciones activas con cirujanos en diferentes proyectos". Aquí, él y su equipo utilizan cadáveres para probar ideas y recopilar datos. "Montamos extremidades de cadáveres en un brazo manipulador y evaluamos los sistemas que estamos desarrollando para asegurarnos de que funcionen según lo previsto", dice Clites. "Es la base de lo que hacemos".
Uno de los proyectos en desarrollo es un nuevo método de fijación que evita el agujero permanente que conlleva la osteointegración. En lugar de un perno de titanio, hay una pieza de acero en la extremidad y un electromagneto en la cavidad de la prótesis. "Ese imán sostiene [la cavidad] en la extremidad", dice Clites, "y luego puedes controlar cuánta fuerza atractiva hay cambiando la corriente a través de ese electromagneto". La cavidad no tiene que soportar cargas; la fuerza magnética cumple ese trabajo, cambiando de momento a momento según los requisitos, como caminar frente a estar de pie.
En MIT, Herr también está trabajando en un nuevo avance. El reciente ensayo de piernas biónicas basadas en AMI utilizó electrodos en la piel para guiar las señales de los músculos a las articulaciones protésicas. Pero los electrodos superficiales tienen sus desventajas, como las distorsiones de señal causadas por el movimiento. La nueva técnica, llamada magnetomicrometría, implica colocar esferas magnéticas dentro de los músculos y monitorear su movimiento con magnetómetros. "Con estos imanes", dice Herr, "podemos medir lo que nos importa y usarlo para controlar directamente la prótesis biónica." Un producto comercial existirá en aproximadamente cinco años, dice.
Para Herr, estos avances son personales. Hace 42 años, ambos de sus piernas fueron amputadas debajo de la rodilla después de un accidente de escalada en montaña. Está pensando en actualizar a prótesis de pierna biónicas basadas en AMI en los próximos años. Una vez que estas técnicas estén perfeccionadas, predice un gran avance. "Cuando se combinan técnicas quirúrgicas como AMI y RPNI con algo como la magnetomicrometría, creemos que va a ser el fin del juego", dice Herr. "Creemos que va a haber una versión de Hollywood de extremidades robóticas controladas por el cerebro".
Un beneficio adicional de restaurar la propiocepción, junto con otros tipos de retroalimentación sensorial como el tacto, es que hace que los receptores se sientan más como si la prótesis fuera parte de sí mismos. "El objetivo en el campo es que cuando hagamos reconstrucción robótica, la persona diga, 'Dios mío, me has devuelto mi cuerpo'", dice Herr. "En lugar de una herramienta robótica, les devolvemos todo un miembro. El campo está muy cerca de ese objetivo."