Desbloqueando el secreto de la naturaleza: Cómo la Propóleos Verde Brasileña combate el cáncer
La própolis es una sustancia resinosa recogida por las abejas de los capullos de los árboles y otras fuentes botánicas, utilizada para sellar y proteger sus colmenas. Conocida por sus propiedades antimicrobianas, la própolis ha sido utilizada en la medicina tradicional para apoyar la cicatrización de heridas, fortalecer el sistema inmunológico y tratar diversas dolencias.
La própolis ha sido utilizada durante mucho tiempo en la medicina tradicional y ha llamado la atención de la comunidad científica tras la demostración de sus beneficios para la salud, que incluyen propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, antimicrobianas, antitumorales y moduladoras del sistema inmunológico.
Su composición varía según el origen, la ubicación geográfica y la especie de abeja que la produce. Investigadores afiliados a la Universidad Estatal de São Paulo (UNESP) en Brasil y la Universidad del Sur de Dinamarca (SDU) decidieron analizar la própolis verde brasileña, que es producida por la abeja africanizada (Apis mellifera).
Su componente principal es el artepilina C (ácido 3,5-diprenil-4-hidroxicinámico), un compuesto fenólico encontrado principalmente en la resina de Baccharis dracunculifolia, una planta nativa de Brasil (conocida popularmente como alecrim-do-campo) que se sabe que tiene propiedades antitumorales.
“Investigaciones previas mostraron que el artepilina C puede alterar membranas biológicas modelo, películas delgadas alrededor de las células vivas, especialmente cuando variamos el pH del medio en el que se colocan,” dijo Wallance Moreira Pazin, profesor en el Departamento de Física y Meteorología de la Escuela de Ciencias de Bauru de la UNESP (FC).
Los investigadores decidieron averiguar cómo se comportaban bioquímicamente las células sanas y las células tumorales al entrar en contacto con la artepilina C, centrándose para este propósito en los fibroblastos, células primarias en la cicatrización y mantenimiento del tejido conectivo, y en las células de glioblastoma respectivamente. El glioblastoma es el cáncer cerebral primario más común.
El pH del medio de cultivo también se varió para ver si un microambiente más ácido llevaría a diferentes efectos de la artepilina C. “Esto es relevante porque el tejido tumoral convierte la glucosa en ácido láctico y acidifica el microambiente extracelular,” dijo Pazin, primer autor de un artículo sobre la investigación publicado en la revista Life.
Luego realizaron un análisis minucioso de los efectos de la própolis en las membranas celulares, utilizando un microscopio óptico para observar la integridad, fluidez y morfología de las membranas. El análisis mostró que la artepilina C interactuaba intensamente con las células tumorales, alterando su fluidez y su potencial de reorganización. También desencadenaba la autofagia, un proceso de limpieza que implica la degradación de componentes celulares desgastados, anormales o disfuncionales.
El estudio fue respaldado por FAPESP a través de cuatro proyectos (16/09633-4, 17/23426-4, 18/22214-6 y 20/12129-1). Según Pazin, contribuye a una comprensión más profunda de los mecanismos de acción de la sustancia y proporciona ideas para futuras investigaciones que conduzcan a tratamientos innovadores contra el cáncer.
“Sin embargo, aunque los ensayos in vitro han demostrado una alta eficacia para las actividades biológicas de esta molécula, la administración oral o tópica a los pacientes se vería obstaculizada por ciertas particularidades, como la baja absorción y biodisponibilidad,” dijo Pazin. “En este contexto, se requerirán estrategias para mejorar su acción terapéutica para que sea posible avanzar en el uso de la artepilina C contra los tumores. Un ejemplo sería el despliegue de nanovectores para liberación controlada.”
Referencia: “Evaluación de la citotoxicidad dependiente del pH de la artepilina C contra células tumorales” por Wallance M. Pazin, Renata R. Miranda, Karina A. Toledo, Frank Kjeldsen, Carlos J. L. Constantino y Jonathan R. Brewer, 8 de noviembre de 2023, Life. DOI: 10.3390/life13112186